2024

Mediometraje
40 minutos aprox.

Sumérgete en la mente de un grupo de jóvenes que buscan su lugar en el mundo a través de una noche de fiesta. Descubre cómo la soledad y los conflictos internos se entrelazan con la búsqueda de intimidad, el amor y las drogas en una fiesta en la que nadie es el protagonista. Una mirada honesta y conmovedora a la complejidad de la juventud y a la lucha por encontrar la conexión humana en un mundo cada vez más aislado. ¿Encontrarán la esperanza en la oscuridad de la noche? ¿O se perderán en su propia soledad? 

Ficha Técnica

Dirección
Juanjo Domínguez

Guion
Juanjo Domínguez, Christian Barrientos, Danila Rivera, Fer Pineda, Idalia Montiel, Kat Díaz, Simón Malsiudadano Flores, Teresa Reyna, Joel Bear y Michelle Ordaz.

Fotografía
Jair Pérez

Producción
Kassandra Morales

Gerente de Producción
Samm Velducea

Arte
Nohemí Santana

Sonido Directo
Vladimir Juárez y Dante Larrauri

Vestuario
Karla Álvarez

Maquillaje
Montserrat Velducea

Coreografía
Yul Niño e Idalia Montiel

Música
Abril Merlot

Detrás de Cámaras
Rolando Morales y Oliver Rangel

Asistentes de Dirección
Emilio Sierra y Laura González

Asistentes de Fotografía
César Hernández, Gonzalo de la Torre, Alejandro Ortega y Heber Luna

Asistente de Producción
Nohelia González

Asistente de Arte
Marianne GR

Asistente de Vestuario
Carlos Alzeyam

“Desastre: un breve recordatorio de la soledad” es una obra que presenta a un grupo de jóvenes que experimentan la soledad a través de diversos conflictos internos, incluyendo la intimidad, las drogas y el amor, durante una fiesta en la que nadie es el protagonista. 

El proyecto busca visibilizar la voz de nuestra generación, que se ve afectada por cuestiones que parecen afines para la mayoría de los jóvenes: la búsqueda de la propia identidad, la ruptura de las máscaras sociales y las aflicciones que fomentan dependencia y toxicidad emocional, inseguridad, ansiedad o depresión.

En una fiesta, estos jóvenes pueden permitirse el desenvolvimiento, la vulnerabilidad, la risa, el llanto y la ausencia del juicio por parte de los otros. Además, la obra sugiere que una fiesta puede ser un momento de catarsis y descubrimiento personal, permitiendo que la voz de los jóvenes surja, cante, grite, llore, o simplemente hable a través de la convivencia social. Este proyecto busca evidenciar las facultades y naturalezas humanas a las que nos entregamos, sean positivas o despreciables, pues ambas pueden tener cabida en una celebración.

La película cuenta con varios personajes principales que representan diferentes aspectos de la juventud actual:

Francis, una chica de 25 años de clase social media alta, gran fan de los deportes y la fiesta, que es una gran amiga y confidente pero muy cerrada con sus problemas personales;

– Alexis, un joven de 19 años que ha vivido en distintos lugares debido a la separación de sus padres que la hacen sentir que no pertenece a ningún lugar en específico;

Lucio es un soñador nato, atento y cuidadoso con sus acciones por la vida para poder mejorarla;

Ariel, una chica con trastorno límite de la personalidad que ha tenido una mala relación con su familia. Tiene una dependencia emocional hacia su pareja, Soko, y evita salir a fiestas y consumir drogas y alcohol porque siempre termina mal.;

Soko, el hermano mayor de Lucio que tiene problemas con la autoridad y la escuela, y ha pasado gran parte de su tiempo peleando con su hermano durante su niñez; y-

Eli, una chica que creció con la disciplina estricta de su padre militar hasta que lo vio golpear a su madre. Huyó de su ciudad natal en busca de estabilidad y una vida más libre.

El proyecto está inspirado en la estética de películas como Clímax de Gaspar Noé y en series como “Euphoria” de Sam Levinson, pero se basa principalmente en las experiencias de las propias fiestas del círculo social de los realizadores.

En resumen, “Desastre” es una película que muestra la realidad de la juventud actual y busca visibilizar su voz y sus luchas. A través de la fiesta, la película muestra cómo podemos permitirnos ser vulnerables y disfrutar el momento para nutrir nuestra resiliencia y afrontar los retos de la vida adulta.

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